SEMINARIO ABIERTO ORGANIZACIONES DE ALTA CONFIABILIDAD Y CAPACIDAD DE APRENDIZAJE
El año 2010, Toyota tuvo que retirar de circulación más de 10 millones de vehículos debido a que presentaban diversas fallas, con el consiguiente costo económico y reputacional; El año 2014 se desató una epidemia de ébola en Africa, que mató a miles de personas y devastó la economía de países completos. La carrera espacial Norteamericana se vio seriamente dañada por los accidentes del Columbia y Challenger, sembrando un manto de duda sobre la confiabilidad de los procesos de la construcción y operación de estas naves por parte de NASA. Boeing tuvo que mantener estacionada en la losa de los aeropuertos del mundo su producto más avanzado, el 787 Dreamliner, con costos millonarios y una pérdida reputacional de la que aún no se recupera. Jean Charles de Menezes, un electricista brasilero de 28 años fue asesinado por error en el metro de Londres por una unidad antiterrorista de Scotland Yard, al confundirlo con un buscado terrorista. En mayo del 2016, se inundaron los subterráneos de más de 40 edificios en Providencia, Santiago de Chile, dejando inutilizados estos edificios por un período de entre tres y seis meses, debido al colapso de las obras de desvío del Río Mapocho por la construcción de las obras de Costanera Sur. La X Región de Los Lagos, se vio prácticamente paralizada por un conflicto iniciado por lo que se denominó la “Crisis de los Pescadores”. Entre los años 2010 y 2015 fallecieron 168 personas con motivo de accidentes en faenas mineras. En Chile más de mil personas murieron por accidentes producidos en sus lugares de trabajo entre los años 2009 y 2014.
¿Qué tienen en común estas situaciones entre sí con los múltiples casos de empresas que tienen fracasos estrepitosos, grandes pérdidas económicas por productos o servicios que resultan lejos de lo esperado, o aquellos fenómenos naturales que mediados por la ingeniería humana, resultan en catástrofes de incalculables pérdidas? Todos ellos son el resultado de actividades organizacionales, pudieron ser evitados. Las investigaciones posteriores demuestran que existían los medios humanos y tecnológicos para evitarlos. Más aún, todas estas situaciones altamente indeseables, no resultan de simples descuidos, podemos afirmar sin temor a equivocarnos de que son producidas por “coordinaciones” de elementos humanos y no humanos propios de ciertos tipos de organizaciones. No son deliberados, en el sentido de que las personas que participan en su producción están conscientes de lo que están produciendo, pero son “diseñados”, debido a que responden a patrones conocidos de conversación y toma de decisiones.
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